Matías
Montes Huidobro sobre el Teatro Cubano Catedrático de la Universidad de Hawai, ahora más sosegado en un ambiente nuevo en Miami, autor de no pocas obras teatrales, entre ellas Exilio (1986), Matías Montes Huidobro es una de las figuras más respetadas del teatro cubano fuera de Cuba.
Es un conocedor el teatro cubano, y explica sus puntos de vista de esta manera: _ ¿Cuáles son los momentos más significativos del teatro cubano entre 1902 y la fecha? M.M. H.- En cuanto a los momentos más significativos del teatro cubano desde 1902 hasta la fecha, la pregunta es ciertamente muy difícil, ya que algunos de estos momentos se conocen indirectamente y hay que referirse a ellos, en algunos casos, dentro del contexto histórico cubano en general. Yo pondría como punto de partida (1) el estreno de Tembladera de José Antonio Ramos en 1917, por el significado que le doy a esta obra y a este dramaturgo. Después saltaría a (2) el año 1935 cuando se estrena La muerte alegre de Everinoff, dirigida por Baralt, presentada por Pro-Arte Musical, que por su montaje y la desaparición de la concha del apuntador se considera el principio del teatro moderno en Cuba. Paso a (3) la fundación del Grupo Prometeo en 1948, dirigida por Morín, porque es el año en que se estrena Electra Garrigó y por todo el significado que tiene Prometeo en el desarrollo del teatro moderno en Cuba y el énfasis en las dramaturgias de vanguardia, y sigo (4) a 1954 cuando se llevan a escena, de un lado de Las criadas de Genet, dirección de Morín, que deja un fuerte impacto en la dramaturgia cubana de los cincuenta y los sesenta, y el estreno de La ramera respetuosa de Sartre por Eric Santamaría, ese mismo año, cuyo éxito consolida el movimiento de las salas teatrales, también en 1954. (5) El triunfo revolucionario en diciembre de 1958 comprende un quinto período significativo, de unidad y diversidad al mismo tiempo, que se extiende de 1959 a 1961 sin un momento específico hasta que en 1961, durante las reuniones celebradas en la Biblioteca Nacional (6) Virgilio Piñera se levanta y expresa su temor a la represión intelectual. A partir de este momento, por cercanía histórica, al mismo tiempo que por mi trabajo como dramaturgo y mi distanciamiento con motivo del exilio, me resulta difícil ser específico. _ Si fuese a mencionar a cinco dramaturgos cubanos verdaderamente trascendentes - aparte de usted-, tanto de la isla como del exilio, ¿a quiénes mencionaría? M.M.H.- En lo que respecta a cinco dramaturgos cubanos verdaderamente importantes, no cabe ninguna duda que tres de ellos son José Antonio Ramos, Carlos Felipe y Virgilio Piñera. A Ramos no se le ha valorizado en todo lo que merece pero su labor fue sencillamente prometeica, estableciendo las bases de nuestro teatro en lo que se puede denominar como "toma de conciencia del teatro nacional", planteando problemas esenciales de la vida cubana y realizando un excelente trabajo en cuanto a la temática y caracterización por procedimientos realistas, al mismo tiempo que introduce técnicas de vanguardia, como el expresionismo, que no se le han acreditado debidamente. Carlos Felipe inicia el teatro moderno con la nacionalización de las técnicas del teatro dentro del teatro en El chino y Virgilio Piñera hace otro tanto con la nacionalización del absurdo y el teatro de la crueldad con Electra Garrigó y Falsa alarma. A partir de 1959 es más difícil establecer un juicio distanciado, por varias razones. Una de ellas es porque la cultura nacional se bifurca y no hay tiempo suficiente que nos permita una valorización imparcial a nivel personal e histórico. Además, me toca de cerca, ya que yo sería uno de los participantes de la evaluación. Tratando de ser lo más justo que me sea posible y en busca de un equilibrio, seleccionaría a José Triana y Abelardo Estorino. Si tuviera que seleccionar un sexto dramaturgo, el sexto sería yo. _ Si fuese a mencionar 10 obras teatrales cubanas verdaderamente trascendentes, incluidas las suyas, tanto de la isla como del exilio, ¿cuáles mencionaría? M.M.H.- Si fuera a escoger diez obras teatrales verdaderamente trascendentales, ya sea por su calidad o su significado dentro del contexto dramático nacional, mi selección recaería en Tembladera de José Antonio Ramos, El Chino y Réquiem por Yarini de Carlos Felipe, Electra Garrigó y Aire Frío de Virgilio Piñera, La noche de los asesinos de Triana, Morir del cuento de Abelardo Estorino y Exilio, mía. Esto me deja con dos espacios más, uno que adjudicaría a un texto del exilio, que me es muy difícil determinar, y otra por algún texto que se debe haber escrito en Cuba en los últimos veinte años, entre dramaturgos formados ya con la revolución, pero que por razones obvias no conozco de modo directo. Así que dejo dos espacios en blanco. _ ¿Cuáles han sido los principales obstáculos que ha tenido el teatro cubano de la isla desde 1959 a la fecha? M.M.H.- El principal obstáculo que ha tenido el teatro cubano en la isla desde 1959 es clarísimo. Se llama Fidel Castro, que desde 1961 estableció los parámetros de compromiso político que debía tener la creación artística en Cuba, incluyendo el teatro, y se convirtió de hecho en el productor, director y único protagonista del teatro cubano insular. _ ¿Cuáles han sido los principales obstáculos que ha tenido el teatro cubano hecho en el exilio? M.M.H.- En el exilio no hemos tenido un "personaje" de esa monta, afortunadamente; pero, desgraciadamente, hemos tenido un buen número de "personajes" secundarios que le han hecho al teatro cubano en el exilio todo el daño que le ha sido posible. Me refiero a un buen número de personas asociadas a agrupaciones teatrales que sienten el más profundo desprecio por la dramaturgia que se escribe en el exilio y que prefieren llevar a escena cualquier cosa (incluyendo textos escritos en Cuba de calidad dudosa) antes de llevar a escena una obra de los dramaturgos cubanos que vinieron para acá. No doy nombres, porque están implícitos. Y no me refiero solamente a aquellos que decididamente están (políticamente) del lado "de allá". En este sentido siguen una tradición que desde principios de la República consideraba que los dramaturgos cubanos eran la última carta de la baraja, como ocurrió con Ramos y Felipe, e inclusive Piñera hasta 1959, con lo cual nos ponen en muy buena compañía. Estas personas se identifican con el hecho de ser cubanos cuando les conviene, pero poco les interesa lo que escriben nuestros dramaturgos. Quiero decir, los que no viven en Cuba. La ignorancia en este caso convive con la mala intención. Si se tratara de un criterio de valor, podría aceptarse, pero el número de obras de autores cubanos del exilio de valor reconocido es demasiado extenso para que pueda justificarse así. En fin, que no hay peor cuña que la del mismo palo. _ ¿Qué significa ser un dramaturgo exiliado? M.M.H.- Ser dramaturgo en el exilio significa lo que puse en boca de Miguel Angel, uno de los personajes de Exilio, cuando Román, el dramaturgo, dijo que se iba de Cuba: "No, yo no puedo irme de aquí. Lo perdería todo. Hasta el nombre que estoy ganando. La Cantata ya empieza a recitarse por toda Latinoamérica. Y contigo pasará lo mismo, Román [si te quedas]. Estrenarás en todas partes. En el Teatro Nacional. Te darán el premio Casa de las Américas. Es fácil. No cuesta tanto trabajo. Sólo tienes que ponerte para tu número. Pasar cosas por alto. Decir lo que no quieres decir. Decir lo que la gente quiere oír. Pero, ¿no es eso teatro? [...] Te estrenarán en México, en Colombia, en Argentina, en Venezuela, en el Perú. Te traducirán al inglés, al ruso, al checo, al alemán, al francés. No importa lo que escribas porque sale de aquí, donde hay una revolución triunfante que mandará al carajo al imperialismo yanqui. Piénsalo, Román [...] Te olerán el culo, porque es un culo cubano, Román, revolucionario, cubano-marxista-leninista. Y no importa la mierda que escribas, que cagues o dejes de cagar, porque será castrista-leninista y todos dirán que es una mierda documento, épica, colectiva, barroca y mágico-realista [...] Ahora, piénsalo bien, oye lo que te digo. Que si te vas, te jodes". Comprendo que la descarga es un poco larga, inclusive escénicamente (pero los directores siempre pueden meterle tijera), y con la mitad quizás sea suficiente. Pero creo que contesta la pregunta. _ ¿Qué pesa más en Matías Montes Huidobro, su labor como académico o como dramaturgo? M.M.H.- En mi trabajo, lo que más pesa es lo que soy en el momento que lo estoy haciendo. No sé si me explico, en el momento en que trabajo en un ensayo, lo que más pesa es el ensayo, y lo mismo ocurre cuando escribo una obra de teatro o me pongo a escribir una novela. _ ¿Cualquier otro tema de importancia de su obra teatral o sobre el teatro cubano de los últimos 100 años? M.M.H.- El problema que tiene la puesta en escena de una obra dramática de un autor cubano en el exilio es realmente lamentable. Exilio se ha puesto en escena en Miami con considerable éxito, pero llevar a escena Oscuro total el año pasado costó Dios y ayuda. Se presentó en el Festival Internacional de Teatro Hispano de Miami. El Festival se caracteriza por no ofrecer ninguna ayuda económica a los grupos locales (cosa que no ocurre con los que vienen del extranjero). Ni siquiera se le ofrece un teatro donde llevar la obra a escena, en oposición a los que vienen del extranjero. Es, como alguien ha dicho, como el caso de los cubanos en Cuba que no pueden ir a los hoteles turísticos porque están reservados para los extranjeros. De no ser por la ayuda ofrecida por The Cuban American Cultural Institute de California y por lo que se hizo en taquilla, que cubrió casi todos los gastos, la puesta en escena la hubiéramos tenido que pagar mi esposa y yo. Como los dramaturgos cubanos no podemos estrenar en Cuba por razones obvias, como algunas agrupaciones prefieren estrenar autores cubanos que residen en Cuba, y las instituciones culturales que tienen la obligación de tomar esa responsabilidad no la asumen, escribir teatro en el exilio es una locura, que algunos, por cierto, seguiremos cometiendo. © CONTACTO Magazine
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