Obama, Un Año en la Casa Blanca
En noviembre de 2008, Barack Obama no estaba tan solo como sus adversarios creían. Ganó su entrada triunfal en la Casa Blanca frente a un héroe nacional, John McCain. Al cumplir su primer año de gobierno el 20 de enero de 2010, el primer presidente afroamericano de Estados Unidos no está tan acompañado como sus simpatizantes quisieran. Su nivel de popularidad se ha desplomado a niveles históricos y para colmo de males, la noche antes perdió el voto número 60 en el Senado, que garantizaba a los demócratas un predominio real en la cámara alta.
Obama heredó hace un año la peor crisis económica que
ha vivido Estados Unidos en las últimas siete décadas, y dos
largas guerras en Irak y Afganistán. Más de 15 millones de
estadounidenses están hoy día sin empleo y más de 12
millones han recibido la calificación de subempleados. El número
de estadounidenses que se declaró en bancarrota en 2009 aumentó 32
por ciento en relación a 2008, para un total de un millón 410
mil. Las bancarrotas fueron provocadas, mayormente, por las numerosas ejecuciones
hipotecarias y el desempleo. Sólo en California se registró un
aumento de 81 por ciento de quiebras de pequeñas empresas hasta el
30 septiembre de 2009. Hasta ese momento, 19 mil pequeñas empresas
californianas habían acudido a la protección del Capítulo
11 de la Ley de Bancarrota. Otro enorme desafío pendiente es el de
las ejecuciones hipotecarias, conocidas en Estados Unidos como foreclosures.
Hacia finales de 2009 más de un millón de viviendas estaban
en ese proceso, y siete millones de propietarios tenían atrasados
los pagos de sus hipotecas. Todo parece indicar que sólo Wall Street
se ha recuperado hasta ahora, como es debido. Pero los números de
Wall Street no están ofreciendo beneficio alguno, por el momento,
al estadounidense de a pie. El plan presidencial de estímulo económico,
de casi 800 mil millones de dólares, está funcionando lentamente,
según la Casa
Blanca. Del otro lado de la moneda, el plan sólo ha beneficiado a
los bancos y a las aseguradoras, de acuerdo con los críticos del presidente.
Por otra parte, en lugar de retirar tropas como
había
prometido, Obama ha ordenado el envío de 30 mil soldados más
a Afganistán.
Por el camino, sólo días después del anuncio del envío
de tropas, el presidente recibió en Oslo, la capital de Noruega, el
Premio Nobel de la Paz.
Se sabía que el primer año de Obama en la Casa Blanca sería extremadamente difícil. Si yo hubiese sido John McCain, la noche de la elección habría brindado con champán por tan oportuna derrota. El país era un volcán en plena y trepidante erupción. En enero de 2009, Obama tomó posesión de su cargo con 62 por ciento de popularidad. En abril del mismo año ese porcentaje subió a 68. Una encuesta reciente de la cadena CBS News concede actualmente al presidente 50 por ciento. Pero una semana antes del primer aniversario, Obama apenas disfrutaba de 46 por ciento de aceptación entre los votantes norteamericanos.
De acuerdo con CBS News, sólo Ronald Reagan estuvo igual o por debajo, con 49 por ciento. George W. Bush, tenía en su primer año 82 por ciento de popularidad; Bill Clinton, 54 por ciento; George H. W. Bush, 76 por ciento; Jimmy Carter, 51 por ciento; y Richard Nixon, 63 por ciento. Los cuatro puntos que recuperó Obama en una semana, según la propia CBS News, se deben a su enérgica respuesta al devastador terremoto de Haití. Pero tal vez ésta no sea la peor noticia para el presidente. La encuesta de CBS revela que sólo el 36 por ciento de los participantes aprueba la manera en que Obama ha manejado la reforma de salud, frente al 54 por ciento que la desaprueba. Esta reforma es el punto en que Obama ha invertido más tiempo y capital político, después de su batalla por conseguir la recuperación económica. Posiblemente ha invertido en la reforma más tiempo que en el tema económico.
Otro golpe a la mandíbula de Obama se produjo la noche del 19 de
enero. El republicano Scott Brown derrotó a la demócrata Martha
Coakley para ocupar el asiento que quedó vacante en el Senado por
la muerte del veterano Edward Kennedy. No sólo fue una sorpresa más.
Brown podría representar el fin de la reforma de salud, a la que se
opone tajantemente, al romper el predominio demócrata de los 60 votos
necesarios para dar luz verde a cualquier proyecto.
Obama no sólo ha enfrentado la ofensiva de sus rivales republicanos, muy unidos
aparentemente por las derrotas sufridas en 2006 y 2008, y muy temerosos de
que el líder afroamericano lograse implementar medidas socialistas, entre ellas
una reforma de salud con seguro médico universal. El presidente también ha
sufrido no pocas bajas en la izquierda norteamericana, dentro de la cual ciertos
grupos esperaban mucho más en este primer año. En este instante, ideológicamente
hablando, Obama se ha convertido en el aprisionado jamón del
sandwich.
En el ámbito del activismo hispano también hay decepción. Obama prometió impulsar en sus primeros 12 meses de gobierno una reforma migratoria que, de algún modo, resolvería la situación de 12 millones de inmigrantes indocumentados que viven en Estados Unidos. Esto tampoco ha ocurrido.
El presidente tendrá que trabajar muy duro si quiere impedir la resurrección del argumento electoral republicano, de que sus habilidades se limitan a pronunciar buenos discursos y de que no tiene experiencia política alguna.
En los estados de derecho, los sistemas judiciales consideran que todo acusado
es inocente hasta que se demuestre su culpabilidad. En los medios de comunicación,
mucha gente cree que los políticos son culpables hasta que sus actos
demuestren lo contrario. Tal vez la historia ha concedido a toda esa gente,
un cierto grado de razón.
(Hernández Cuéllar es director y editor de Contacto Magazine,
revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Ha
sido además redactor de la agencia EFE en La Habana, Cuba, San José,
Costa Rica, y Los Angeles, California, así como editor metropolitano
del diario La Opinión de Los Angeles e instructor de periodismo
de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA --- Biografía).
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