Por su relación con círculos de la izquierda radical, Barack Obama ha sido acusado por mucha gente de "comunista". Como conozco muy bien el tema, no he podido resistirme a la tentación de imaginar a un Obama adolescente, sentado junto a mí, en un aula marxista-leninista recibiendo un adoctrinamiento obligatorio, un aula de aquéllas en las que pasé parte de mi niñez y mi juventud. Al imaginarme a Obama allí, no logro visualizar una quieta armonía entre el actual líder del mundo libre, mis profesores y otros personajes de la fauna política que conocí.
Por ejemplo, ¿qué habría sido de Obama en aquellas aulas tropicales, calurosas y comunistas, al abordar el tema de los bancos que provocaron la crisis financiera de 2008 con sus paquetes accionarios "contaminados" y sus hipotecas "basura"?
"Oye, mulatico... ven acá, chico, ¿cómo se te ocurre proponer ese paquete de estímulo económico para las grandes transnacionales del imperialismo? ¿Qué debilidad ideológica en ésa?", habría dicho sin duda alguna nuestra militante profesora de marxismo, convencida de pies a cabeza de que el futuro pertenecía por entero al socialismo, algo que en la jerga marxista-leninista de mi época quería decir "comunismo", nada de porquerías de esas como el socialismo democrático ni la social democracia ni el estado de bienestar general. Comunismo duro y puro.
Esta inquisición de la profesora me crea cierta confusión, porque ese es el mismo reclamo, con otro vocabulario, que hace a Obama la derecha más conservadora. ¿Cómo se entiende eso? Y también, por supuesto, es el mismo reclamo, con el mismo vocabulario, que hace la izquierda radical tan enamorada de mis profesores y de los otros personajes que muy pronto van a desfilar por aquí.
No quiero mencionar el nombre de aquella profesora ni de otros docentes del olimpo marxista que conocí, porque muchos de ellos, ya ancianos, viven en Miami plácidamente, olvidados de la febril militancia que los aquejaba en los años 60, 70 y 80.
"Mira Barackcito, m'hijito, eso de proponer el envío de 30 mil soldados más a combatir a un pueblo hermano como Afganistán y a su movimiento de vanguardia como es el Talibán, es una cosa muy reaccionaria, muy imperialista y muy gusana, ¿me oíste?..., así que te voy a dar hasta mañana al mediodía para que firmes esta carta en la que te retractas de eso, ¿estamos claros?", habría dicho la secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas al enterarse del asunto.
"Ah..., ¡y no vuelvas a mencionar ni por casualidad eso de la igualdad de oportunidades, ¿tú me entiendes o no me entiendes?, ni por casualidad, porque aquí la universidad es sólo para los revolucionarios, ¿está claro?".
Tampoco quiero mencionar los nombres de aquellos compañeros de aula, militantes de la UJC, entusiastas vigilantes de la ortodoxia marxista, porque muchos de ellos, con el paso de los años, también han elegido pasar su tercera edad entre jugos de mango, piernas de puerco asadas y pastelitos de guayaba en Miami.
No quiero ni pensar en la furia que habría desatado Obama entre los "compañeros" de la Seguridad de Estado que atendían nuestras escuelas. Eso es harina de otro costal. Es más, me tiemblan las uñas de sólo pensarlo.
"A vel, prieto (expresión que no tiene nada que ver con el ministro cubano de Cultura, Abel Prieto), repíteme éso que dijiste después de relajar el envío de remesas y los viajes de los gusanos..., éso de que 'los cubanos no son libres' y lo otro de que 'Cuba tiene que liberar a los presos políticos'..., no me digas que no lo dijiste porque aquí en Villa Maristas lo sabemos todo, todo, todo", habría dicho el "compañero de la Seguridá".
Villa Maristas es la Lubianka cubana. Para los que no están familiarizados con el asunto como lo estamos Obama y yo, en este hipotético escenario, la Lubianka era el cuartel general de la KGB soviética. Villa Maristas es el cuartel general de la Dirección General de Seguridad del Estado del Ministerio del Interior de Cuba, policía política, donde a fuerza de aire acondicionado extremo y aparatos de calefacción exagerados, ayunos prolongados, carencia de agua y ausencia absoluta de la luz del sol, largas horas de interrogatorios, interrupción continua del sueño, más uno que otro golpetazo, disimulado o no, los "compañeros" obtienen las confesiones que necesitan de los detenidos. Vamos, sólo para defender los "logros de la revolución" y conseguir esa meta fabulosa de que para el año 2050 Cuba tenga los mismos niveles de vida que tenía en 1956.
"Mulatico, estás envuelto en llamas, no hay quién te quite de arriba 30 años en Kilo 7, bien lejos de la familia, haciendo vida social allí con los presos comunes, ¿me oíste?".
No coincido con Obama en muchísimas cosas, y no
precisamente por razones de marxismo. De hecho, casi nunca aplaudo a
los políticos,
me parecen un mal necesario, sin que me importen mucho sus inclinaciones
ideológicas. Pero de lo que estoy seguro es de que Obama, como
lo fui yo, habría sido reprobado en aquellas aulas de formación
marxista-leninista en las que se fundó, a regañadientes,
mi generación. Una generación que se tuvo que autoeducar
entre libros clandestinos, mercado negro e informaciones estratégicas
apenas susurradas al oído, con miedo, mucho miedo.
¿Quién
es Barack Obama?
(Hernández Cuéllar es director y editor de Contacto Magazine,
revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Ha
sido además redactor de la agencia EFE en La Habana, Cuba, San José,
Costa Rica, y Los Angeles, California, así como editor metropolitano
del diario La Opinión de Los Angeles e instructor de periodismo
de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA --- Biografía).
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