"El Periodismo No Existe si no Está Cargado de Audacia e Imaginación"
El Boeing de la aerolínea Lacsa aterrizó suavemente en la pista del Aeropuerto Internacional de Los Angeles, procedente de San José, Costa Rica. Era la noche del 30 de marzo de 1984. Han pasado desde entonces 9.855 días, 27 años. Para un periodista, la materia prima de las grandes crónicas estaba en la palma de su mano. Era la época en que las pandillas negras del sur, Bloods y Crips, se desangraban a balazos en las calles; Ronald Reagan buscaba afanosamente su reelección frente a un debilitado Partido Demócrata; Los Angeles se preparaba para los Juegos Olímpicos de aquel año, boicoteados por la Unión Soviética, y la comunidad indocumentada luchaba por una reforma migratoria que finalmente se aprobó dos años después, en 1986. La horrible Guerra Fría estaba en su apogeo, y nadie en su sano juicio se habría atrevido a pronosticar su fin, con el Ejército Rojo en los desiertos de Afganistán, las fuerzas cubanas en Angola y Etiopía, los sandinistas en Nicaragua y el FMLN casi a punto de tomar San Salvador. Agentes del F.B.I. se vendían a espías rusas en Los Angeles a cambio de sexo y joyas, y asesinos en serie acechaban a víctimas inocentes, Richard Ramírez, el Night Stalker (merodeador nocturno), entre ellos.
Hollywood estrenaba producciones que hoy son clásicas, Beverly Hills Cop, con Eddie Murphy; Ghostbusters, con Bill Murray, Dan Aykroyd y Sigourney Weaver, estuvo en la lista de ese año. Harrison Ford emprendía una extraordinaria aventura en Indiana Jones and the Temple of Doom. Hacía su entrada por la puerta grande, Police Academy, y el joven Ralph Macchio y el veterano Pat Morita nos ofrecían The Karate Kid. Hubo muchos otros estrenos, por supuesto, ese año de 1984.
Muy pronto tuve la oportunidad de reanudar la carrera periodística en Estados Unidos, gracias a dos personas que se convirtieron en muy buenos amigos: Rafael Prieto Zartha, reportero y editor de fines de semana de La Opinión, y José Valle, director de publicidad del mismo diario. Ellos fueron los fundadores de la edición de Los Angeles del diario Noticias del Mundo como editor y director general, respectivamente. Allí escribí mis primeras crónicas angelinas. En aquel momento, había sólo dos medios hispanos en la ciudad: La Opinión, firmemente erguida desde 1926, y KMEX Canal 34 desde principios de los 60. La cadena Univisión no existía, y KVEA Canal 52 se inauguró un año después, en 1985. La cadena Telemundo tampoco existía. El nacimiento de Noticias del Mundo cambió para siempre el panorama periodístico de Los Angeles, con coberturas muy dinámicas de la comunidad, sus problemas y sus sueños. La dura competencia diaria nos favoreció a todos. Los edificios plagados de ratas, los obstáculos que afrontaban los niños hispanos en las escuelas, y las actividades de quienes abogaban por la reforma migratoria ocuparon espacios importantes en Noticias del Mundo. Los efectos de la Guerra Fría en América Latina también entraron en las páginas de aquel nuevo diario, sin importar ideologías ni agendas políticas. Allí estuvieron los refugiados centroamericanos que huían de la violencia de los ultraderechistas "escuadrones de la muerte" y de la propia guerrilla, y ex prisioneros políticos cubanos que narraban sus pesadillas en las sórdidas cárceles de Fidel Castro, incluidos los espantosos fusilamientos de opositores.
En cuestión de meses, tuve el privilegio de ser nombrado editor
metropolitano de Noticias del Mundo, cargo que ejercería después
en otros dos periódicos angelinos, El Diario
de Los Angeles, y
La Opinión.
Desde el principio hubo momentos inolvidables y enriquecedores, como
los encuentros con César Chávez en 1984 y 1985, con monseñor Arturo Rivera
Damas, obispo de San Salvador, el legendario guerrillero nicaragüense Edén
Pastora (Comandante Cero), los presidentes Ronald Reagan, de Estados
Unidos, y
Miguel de la Madrid, de México, todos estos en 1986, con el papa
Juan Pablo II durante su viaje a Los Angeles en 1987, con el comandante
cubano Húber Matos también en 1987, con el presidente de la Fundación
Nacional Cubano Americana, Jorge Más Canosa, en 1985 y en los últimos
años de su vida, en 1996 y 1997. Fueron muchos momentos de este
tipo.
Al final de aquellos primeros años, el formidable equipo que fundó Noticias del Mundo se dispersó hacia La Opinión, Univisión, Telemundo y otros medios. Martín Plascencia, por ejemplo, es hoy día un maestro de la noticia, como reportero de Telemundo 52 en el condado de Orange. Katia Ramírez Blankley escribe para muchos sitios, después de muchos años en La Opinión. Prieto Zartha tiene una columna sindicada en todo el país sobre inmigración y es el director del semanario MiGente, en Charlotte, Carolina del Sur, luego de una fructífera carrera en muchos medios, incluida la televisión. Valle disfruta de una bien merecida jubilación tras muchos años de trabajo. Aprendí muchas cosas en aquellas maratónicas jornadas de mediados de los 80. Desde 1985 había recuperado también mi colaboración con la agencia internacional de noticias EFE, con la que había trabajado varios años en Cuba y varios meses en Costa Rica. En realidad, trabajé 10 años con EFE, y todavía hoy la considero mi alma mater. Una agencia permite recibir un entrenamiento periodístico espectacular, ya que presta sus servicios a la prensa, la radio, la televisión y ahora a portales de Internet, a la velocidad de la luz. Tiene también muchos incentivos, el mejor de todos ver las crónicas que hemos hecho publicadas en decenas de periódicos de todo el mundo, el mismo día. En EFE Costa Rica, me ocurrió algo que nunca antes me había ocurrido, tampoco me ha ocurrido después. Radioemisoras costarricenses leían mis crónicas sobre predicadores callejeros, prostitutas y turistas, al aire. Esto, además de equilibrar la autoestima (eufemismo para no decir, alimentar el ego), nos regala una gran satisfacción profesional que solamente una agencia de noticias nos permite disfrutar. En Costa Rica, como en muchos países latinoamericanos, hay gran respeto por el periodismo puro y duro.
Si tuviese que enumerar los sucesos que me consumieron más energía en estos 27 años en Los Angeles, tendría que poner en primer lugar los ataques terroristas de septiembre de 2001, cuando ya estaba al frente de la revista Contacto; la reforma migratoria de 1986 en Noticias del Mundo, y el terremoto de Northridge de 1994 en La Opinión. Si tuviese que enumerar lo que he aprendido en estos años, lo resumiría todo con esta frase: el periodismo no existe si no está cargado de audacia e imaginación. Si el ejercicio de la profesión no transcurre en medio de esos dos ingredientes, no hay periodismo, sólo hay paisaje de lo cotidiano. Alguna vez dije esto en una reunión de la Junta Editorial de La Opinión, de la que fui miembro durante seis años. Hubo un silencio, hasta que el entonces editor ejecutivo Sergio Muñoz, reaccionó con estas palabras: "eso es lo que necesitamos, audacia e imaginación". Me despedí de ese respetable diario en 1995, poco después de haber producido el primer proyecto periodístico sobre las grandes contribuciones de los hispanos a Estados Unidos como consumidores, soldados, obreros, agricultores, deportistas, artistas, maestros, científicos, escritores y portadores de una maravillosa cultura. Salió publicado en 10 partes, en igual número de días. Temo que muchos directivos de La Opinión no entendieron la importancia del proyecto hasta que varias universidades angelinas preguntaron si había una traducción al inglés de toda aquella cascada de información sobre los hispanos. He repetido esa idea unas 10 veces en Contacto Magazine, desde 1999. Hice esto y otros proyectos similares, porque creo firmemente que la audacia y la imaginación tienen que servir a los medios para forjar su propia personalidad con contenido original y diferente. Es una manera de sobrevivir a la rutina diaria, en medio de la feroz competencia mediática de nuestra época, competencia que se ha convertido en un hecho global, universal, gracias a Internet.
Vivimos una época igualmente difícil
y exigente. Los expertos suelen llamarla, la era de la información.
Ya no competimos con los medios de nuestra ciudad o de nuestro país,
si no con todo lo que existe y está en la red de redes. No soy
de los veteranos que piensa que su juventud transcurrió en un
momento mejor. La diferencia está en que Internet, con sus maravillosos
buscadores Google y Yahoo, y sus multitudinarias redes sociales al
estilo Facebook, YouTube y Twitter, así como los teléfonos
celulares, se nos entregan en cuerpo y alma hoy día como herramientas
de primer orden que no existían hace apenas 15 años.
Las investigaciones periodísticas se pueden hacer ahora en la
tercera parte del tiempo que invertíamos cuando ellas no existían.
Son herramientas fabulosas. Es una época fabulosa que vale la
pena vivir.
No creo que voy a estar en Los Angeles otros 27 años, pero estos 27 han
sido los mejores de mi carrera, los más intensos. Tanto es así que si volviese
a vivir, me gustaría tener una vida como la de estos 9.855 días de emociones,
de felicidades y de miedo.
(Hernández Cuéllar es director y editor de Contacto Magazine,
revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Ha
sido además redactor de la agencia EFE en La Habana, Cuba, San José,
Costa Rica, y Los Angeles, California, así como editor metropolitano
del diario La Opinión de Los Angeles e instructor de periodismo
de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA --- Biografía).
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