
En abril, los venezolanos regresan a las urnas para elegir a un presidente, entre el oficialista Nicolás Maduro, heredero del fallecido Hugo Chávez, y el gobernador del estado de Miranda, Henrique Capriles. Las alternativas que el Estado venezolano, cuyas líneas se confunden con las del gobierno, han dejado a Capriles para desarrollar su campaña son casi nulas. Una enorme cantidad de medios de comunicación, el Tribunal Supremo, la Asamblea Nacional, el Consejo Nacional Electoral, y las Fuerzas Armadas Bolivarianas son manejadas desde el Palacio de Miraflores como marionetas mal diseñadas. Pero atención, en 1989, una multitud humana derrumbó el Muro de Berlín, y sus alternativas habían sido hasta entonces absolutamente nulas. Con Maduro utilizando todos los recursos del Estado para su propia campaña, ¿cómo podría Capriles abrirse paso para enviar su mensaje a las grandes masas venezolanas?
Hasta ahora, el discurso de Capriles ha sido muy inteligente. Se ha cuidado de no tocar el nombre de Hugo Chávez ni con el pétalo de una rosa. El énfasis de ese discurso ha estado en los problemas reales que afronta la sociedad venezolana: un odio irracional del oficialismo hacia quienes piensan diferente, manifestado a través de consignas y adjetivos hirientes, que sólo han servido para edificar una nación dividida; la inseguridad que se vive en las calles; la corrupción galopante, especialmente de la élite gobernante; la escasez de artículos de primera necesidad; los apagones eléctricos o la falta de agua, y el golpe al bolsillo de los venezolanos que significó la devaluación del bolívar de 31.7 por ciento en febrero pasado. La decisión de retar a Maduro a un debate público, y la promesa de aumentar el salario mínimo en por lo menos 40 por ciento para equilibrar los efectos de la devaluación, son argumentos suficientes para dar el tiro de gracia a un oficialismo incapaz de ir más allá de consignas incendiarias, antiguas y gastadas. De manera que Capriles no necesita gran ayuda en materia de elegir los temas de campaña. La ayuda que necesita es para propulsar su mensaje a un nivel por lo menos igual, y si es posible superior, al nivel del oficialismo.
Me pregunto cómo manejaría la campaña de Capriles en ese sentido, un equipo moderno de publicistas profesionales, sobre todo en esta época digital cargada de redes sociales, teléfonos inteligentes y tabletas electrónicas, como alternativa al control creciente del Estado venezolano sobre los medios, salvo honrosas excepciones.
En primer lugar, ese equipo seguramente estudiaría lo que hicieron recientemente el propio Capriles, Barack Obama y otros políticos en materia digital. La editora en jefe del exitoso portal norteamericano The Huffington Post, Arianna Huffington, declaró en 2008 que "si no hubiera sido por Internet, Barack Obama no sería presidente" y que "si no hubiera sido por Internet, Barack Obama no habría sido siquiera candidato" presidencial. Por supuesto, el porcentaje de venezolanos conectados a la red y a la llamada telefonía inteligente es muy inferior al de Estados Unidos. En 2008, la campaña de Obama divulgó 14.5 millones de horas de mensajes políticos en video a través de YouTube, gratis. Si esa cantidad de horas se hubiesen pasado por televisión como comerciales pagados, el costo en Estados Unidos habría sido de 47 millones de dólares.
Sospecho que ese equipo moderno de publicistas aconsejaría a Capriles hacer lo mismo que hizo Obama vía YouTube. Posiblemente, ese equipo organizaría comités de voluntarios en todos los estados venezolanos, con la capacidad de compartir con amigos y familiares esos videos, en línea, o en plena calle, puerta por puerta, con aquellos que no tienen una computadora, un smartphone o una tableta, para crear un efecto viral. También organizaría ese equipo un sistema de envíos de esos mensajes en video a los medios de comunicación y sobre todo a los blogueros dispuestos o no a trabajar en favor de Capriles. Durante la campaña de 2008 en Estados Unidos, Arianna Huffington desplegó un equipo de 10 mil periodistas ciudadanos (voluntarios), que capturaron en video los momentos más importantes de cada jornada electoral. Muchos de esos momentos fueron embarazosos para los candidatos. Esta última idea sirve, sobre todo, para capturar imágenes que sean luego integradas a los mensajes en video. Por ejemplo, esos hospitales destruidos, en pésimas condiciones higiénicas de los que habla Capriles. Esas carreteras destrozadas. Esos mercados desabastecidos. Esas marchas oficialistas cargadas de consignas de odio y división.
La exposición de las imágenes con cifras concretas del desastre, representan una fórmula perfecta, diría cualquier publicista medianamente exitoso. Por ejemplo, a pesar de que las reservas de petróleo de Venezuela representan del 15 al 18 por ciento del total mundial, el nuevo PDVSA sólo concentra el 3.5 por ciento de la producción global de crudo, con 2.5 millones de barriles diarios, un millón menos que cuando Chávez llegó al poder. La violencia es otro renglón explotable para la oposición. Un total de 21 mil 692 personas fueron asesinadas en 2012, lo cual significa un 12.2 por ciento más que en 2011. En este momento, Venezuela es el segundo país más violento del mundo, con una tasa de 73 homicidios por cada 100 mil habitantes, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV). El Instituto Nacional de Estadísticas dice que durante los últimos 14 años la pobreza en Venezuela se redujo del 50 por ciento al 27 por ciento, pero el más reciente informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) señala que en el útlimo año el porcentaje de hogares venezolanos cuyos ingresos no alcanzaban a cubrir la canasta básica, pasó de 27.8 por ciento a 29.5 por ciento. Y las familias que viven en la pobreza extrema pasaron del 10.7 por ciento al 11.7 por ciento.
Es muy posible que ese equipo de publicistas aconseje también a Capriles, si es posible, rodearse de famosos (músicos, actores, deportistas) que influyen en la opinión pública venezolana, en calidad de embajadores del mensaje de una nueva Venezuela, unida y en función del progreso de todos.
Facebook y Twitter no se quedan atrás. Son redes con gran capacidad a la hora de enlazar mensajes con los videos que ya están en YouTube, y de abrir un espacio a comunicados de prensa y textos de los discursos del candidato. También han sido mecanismos muy exitosos a la hora de convocar actos públicos o asistencia a las urnas.
Capriles necesita desesperadamente de estos mecanismos alternativos, si quiere escapar del "matadero' a donde el oficialismo se ha propuesto llevarlo. No hay que olvidar que el verano pasado, la Asamblea Nacional, con mayoría chavista, destinó 278 millones de dólares para los medios oficialistas a sólo 24 días del comienzo de la campaña electoral de 2012. Ahora, todos los recursos de un estado petrolero, están también destinados a cerrar el camino a Capriles y a apoyar de manera abrumadora a Nicolás Maduro, este heredero de Chávez de raíces ideológicas maoistas, según sus amigos de juventud, que pasó de agitador callejero a conductor de autobuses y de ahí a líder sindical y a lo que es hoy, presidente encargado y candidato presidencial.
(Hernández Cuéllar es director y editor de Contacto Magazine,
revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Desde 1981 ha
trabajado en todo tipo de medios: agencias de prensa, diarios, radio, televisión, semanarios, internet, revistas y redes sociales. Fue redactor de la agencia EFE en Cuba,
Costa Rica y Estados Unidos, así como editor metropolitano
del diario La Opinión de Los Angeles, California, e instructor de periodismo
de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA --- Biografía).
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