Monumento al presidente Franklin Delano Roosevelt, a quien se atribuye haber paralizado la creación de un gran partido socialista en Estados Unidos, por haber abierto las puertas del Partido Demócrata a los sindicatos, durante la Gran Depresión. Antes de la llegada de Barack Obama a la Casa Blanca, Roosevelt era considerado el más cercano al socialismo entre todos los presidentes norteamericanos.
VICTOR MORALES
Washington, D.C.
VOA News
En la medida en que se aproximan procesos electorales en Estados Unidos, sería justo decir que la vasta mayoría de los ganadores serán miembros de los dos partidos políticos principales del país: el Demócrata y el Republicano. Pero, ¿por qué Estados Unidos es la única gran democracia sin un tercer partido viable, particularmente un partido socialista o de la clase obrera?
Muchos analistas están de acuerdo en que Estados Unidos es un caso típico entre las sociedades industrializadas más avanzadas, excepto en el punto de que no tiene un gran partido socialista a nivel nacional.
"Estados Unidos es muy diferente a otras democracias occidentales" en ese sentido, señala Gary Marks, de la Universidad de Carolina del Norte, quien destaca lo que muchos académicos a menudo llaman un "credo americano": los ideales de igualdad, movilidad social, autosuficiencia y gobierno limitado que los estadounidenses han mantenido desde la declaración de independencia frente a Gran Bretaña, en 1776.
"Frecuentemente nos quejamos del tamaño del Estado (gobierno) y tratamos de minimizarlo, pero el estado -si usted lo observa en todos los niveles- es el más pequeño del mundo occidental", comenta Marks. "Lo que hemos visto en Estados Unidos es una cultura que enfatiza el individualismo y el anti-estatismo. Y el rol del gobierno en la sociedad es mucho menor que el de las sociedades europeas, por ejemplo".
Con cada nueva ola de inmigrantes, la gente que viene de otras regiones del mundo adopta los valores comunes de Estados Unidos, que la mayoría de los académicos acepta que nada tienen que ver con el socialismo tradicional.
Triunfos de Antaño y Cambios Estructurales
Vísperas de la Primera Guerra Mundial, las pobres condiciones de vida y trabajo en las ciudades de Estados Unidos ayudaron a pavimentar las vías para el socialismo. En 1912, el candidato presidencial del Partido Socialista, Eugene Debs, ganó seis por ciento del voto popular. Había entonces centenares de funcionarios electos de ideas socialistas en ciudades y poblados de todo el país. Pero el partido tenía sus problemas.
"Los socialistas, que eran un pequeño tercer partido, tenían muy poco que ofrecer", expone Marks. "Lo que podían ofrecer era la pureza ideológica. Podían ofrecer un principio para una sociedad diferente. Pero los sindicatos ya estaban fundados sobre la base del 'aquí y ahora'".
A diferencia de los socialistas, que eran utópicos y desconfiaban de los grandes partidos políticos del país, los sindicatos trabajaban generalmente con los demócratas y los republicanos para obtener salarios más altos y mejores condiciones de vida.
De acuerdo con Benjamin Ginsberg, director del Centro de Estudios del Gobierno Norteamericano en la Universidad Johns Hopkins, los trabajadores estaban más interesados en los temas económicos que en la política.
"En Estados Unidos cuando la clase obrera se convirtió en una fuerza, el sufragio del hombre blanco ya era un hecho establecido desde hacía mucho tiempo. No había necesidad de luchar por los derechos políticos", detalla Ginsberg. "Los sindicatos solían unirse a los partidos que ya existían -el Partido Demócrata, el Partido Republicano y antes de eso al llamado Partido Whig-. De modo que la clase obrera ya tenía un camino abierto para la lucha política".
La crisis económica de los años 30 trajo a muchos socialistas la esperanza de que había llegado el momento de fundar un partido de los trabajadores en Estados Unidos. Pero, según Ginsberg, ya era muy tarde.
"Durante el período de la Gran Depresión y la crisis económica, había más posibilidades de crear partidos obreros", dice Ginsberg. "Pero con la llegada al poder de Franklin Roosevelt y su coalición del New Deal, la clase obrera se volvió una fuerza prominente dentro del Partido Demócrata y los líderes sindicales no veían beneficio alguno en tratar de salir adelante por sí solos (con partidos)".
El Dominio Bipartidista
Los sindicatos han estado muy activos en promover la participación del votante dentro del contexto bipartidista de Estados Unidos. Desde la Gran Depresión, el mundo laboral organizado generalmente ha apoyado al Partido Demócrata, que a su vez ha dado la bienvenida a muchas personas que se encuentran a la izquierda del espectro político norteamericano.
"Los socialistas realmente nunca entendieron la lógica del sistema político estadounidense", asegura Marks puntualizando que a diferencia de un sistema parlamentario tradicional, que pone énfasis en que los cadidatos ganen una gran mayoría de votos en las elecciones, la política en Estados Unidos se caracteriza por tener aspirantes que simplemente obtienen más votos que su rival.
"Esencialmente, esto significa que los terceros partidos no tienen oportunidades de ganar representación a nivel nacional en Estados Unidos. Hay una lógica detrás de la idea de tratar de crear una coalición mayor de la que uno puede crear" por sí solo, dice Marks. "Hacer eso significa que en circunstancias normales uno tiene que echar a un lado la ideología y apelar a la mayor cantidad posible de grupos diversos".
Desde la Guerra Civil, los dos grandes partidos políticos de Estados Unidos, el demócrata y el republicano, han recibido como promedio alrededor del 95 por ciento del voto popular en elecciones nacionales, una tendencia que nadie pronostica que vaya a cambiar en el futuro cercano.
Mientras Estados Unidos permanezca "excepcional" en política, la creencia general entre académicos y especialistas es que la viabilidad de un partido socialista es sólo una esperanza en la mente de unos pocos.
Nota del Editor.- En Estados Unidos se registran para las elecciones, además de los partidos Demócrata y Republicano, el Partido de la Reforma (ultraderecha), el Partido Verde (izquierda), y el Partido Libertario, entre otros. En las elecciones de 1992 y 1996, cobró notoriedad un tercer candidato presidencial, Ross Perot por el Partido de la Reforma, que la derecha moderada acusa de haber interferido en la reelección de George Bush padre y otras contiendas republicanas. En 2000 y 2004, fue visible la participación del aspirante Ralph Nader, del Partido Verde, que la izquierda moderada acusa de haber restado votos a candidatos demócratas frente a George W. Bush.
©VOA News
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