JESUS HERNANDEZ CUELLAR
Conversar con Facundo Cabral es, de alguna manera, encontrarse con la búsqueda de Dios lejos de los altares convencionales, y penetrar en un concepto diferente de la tremenda poesía que vive en el espíritu de este cantautor que se presentará los días 18 y 19 de marzo a las 8 de la noche, en el Variety Arts Center de Los Angeles.
Este hombre alto no sólo en estatura, barbudo, ahora un poco más
delgado que de costumbre, vino también a presentar su libro “Paraíso
a la Deriva”, que constituye el primero de una serie en la cual narra
sus memorias.
Como Borges, argentino pero sin traje de gaucho, esta versión latinoamericana
de Moisés tiene 50 años de edad, y confiesa ser un plagio absoluto
de su madre, a la cual enseñó a leer y a escribir a los 54
años, ante la visión poética de la vida que tenía
aquella mujer de campo. Se sorprende el artista al saber que la autora de
sus días sospechaba a Walt Whitman, décadas antes de leerlo
con lágrimas en los ojos.
En su camino hacia Dios, este anarquista, benévolo no admite izquierdas,
ni derechas para el mejoramiento del hombre, su hermano, sino la senda recta
de la idoneidad que se alcanza sólo a través de la participación
activa en la vida social, espiritual y cultural.
Su universo está por encima de todo paternalismo hacia los pobres,
y su canto deja de ser arte común para devenir en prédica.
Entonces, los teatros son teatros sólo hasta que él sube a
escena, en lo adelante serán templos que le sirven para consagrar
con altos niveles de sensibilidad, el silencio de su público.
JHC.- ¿Por qué cantas, escribes y tocas la guitarra?
CABRAL. - Soy un plagio de mi madre, cuando hay algo brillante
en mí, seguramente
es un reflejo de algo brillante de ella. Decía ella que hay quien
hace poesía y hay quien vive poéticamente. Mi madre aseguraba
que el trabajo de uno era convertir cualquier acto en poesía. Un día
mi hermano le preguntó qué era un artista, y ella le respondió que
Dios le ponía al artista una lupa gigantesca en la mano para que viera
cada rincón de su Creación. Dios, pensaba, le decía
al artista: “Ve y dile a tu hermano la belleza que hay en cualquier
acto y canta la gloria de cada rincón”.
Le enseñé a leer y a escribir cuando tenía 54 años,
y a los 74 años, 20 años después, abrió un libro
sola, “Don Quijote de la Mancha”. Tardó cuatro años
en leerlo. Cuando descubrió a Walt Whitman dijo que la había
plagiado un siglo antes de que ella aprendiera a leer y a escribir. Eso estaba
previsto para mí, decía, pero cometió la picardía
de nacer antes.
JHC.- ¿Qué es la poesía?
CABRAL.- Es la vida, hay quien la escribe, hay quien la
vive, cualquiera es un poeta en un momento de su vida. Participar de la belleza
es ser socio de la belleza. Cuando yo era amigo de Borges, yo era Borges.
Cuando empecé a ganar
dinero, yo incluía en la declaración de impuestos a Neruda,
a Lezama Lima y a otros por haberlos disfrutado. Los de los impuestos no
entendían nada. Una vez, en México, me dijeron que yo estaba
excluído de pagar impuestos porque lo mío era un acto cultural.
Entonces, les dije que yo debía pagar impuestos porque había
gozado como nadie a Octavio Paz y a Rulfo.
Si tomas una actitud poética ante la vida, la relación con
la gente es bella. Para mí la poesía es inevitable. Se podría
parafrasear a San Agustín cuando le preguntaban qué era la
fe. Decía: “Yo no sé qué es la fe, pero cuando
no me preguntan, yo sé qué es la fe, pregúntenle a la
fe quién es San Agustín, porque yo soy obra de ella.
Se podría decir lo mismo de la poesía, parafraseándolo
a él, claro. La poesía a mí me hace, yo no la hago,
entonces hay que preguntarle a ella quién soy yo.
JHC.- ¿Qué es la música?
CABRAL.- La música es la poesía desaforada
y modesta. Porque por alto que sea un cantor, nunca es un poeta. La música
es una versión
menor, no indigna pero menor, de la poesía. En ella la poesía
se aligera para llegar al hombre común y se transforma en canción.
También es una oración la canción. En el Medio Oriente
dicen que cantar es orar dos veces. Cuando canto, el público no me
admira, sino que es un cómplice. Y el teatro se convierte en un templo,
y aparece San Agustín y ‘El Sermón de la Montaña’ y
Juan el Bautista.
Una vez un periodista le dijo a mi madre: “Su hijo es asombroso”.
Y ella le respondió: ‘No te confundas, él es un asombrado’.
Ahora, en un mundo de gente tan indolente y tan apática, un asombrado
es asombroso. El artista no te quiere asombrar, te quiere asociar, y cuando
vos lo aplaudís, te aplaudís a ti mismo.
Si yo puedo gozar a García Márquez, indudablemente yo soy un
artista con sólo leerlo. El acto de participar es creativo. Yo solo
nunca podría crear como creo con la gente. En el cuarto del hotel
puedo tener una idea, pero la idea se completa cuando el que está enfrente
le pone lo que le falta.
JHC.- Aquí tenemos entendido que no te permiten entrar a Chile, Cuba ni Paraguay, ¿Por qué?
CABRAL.- Se inquietan porque lo mío es una exaltación
del individuo. En Chile entré porque hicimos una trampa. Fue maravilloso.
Yo llegué y
había 4 mil personas en el aeropuerto, era el mes de abril de 1987.
Me preguntaron los periodistas qué iba a hacer allí, y le dije
a la televisión, que en ese momento transmitía un noticiero
en vivo para todo Chile: ‘Vengo a decirle al dictador lo que le dijo
Moisés al Faraón, dejad en libertad a mis hermanos’.
Se armó un lío. Había 17 jeeps del ejército y
10 de la policía frente al hotel, pero 4 mil estudiantes. Los primeros
dos días fueron 60 mil personas a oírme. Estuve dos días
preso y la Embajada argentina me sacó. Le dije a la televisión: “Yo
sé que en estos días él no ha dormido en paz”.
Fue el gusto de mi vida, lo inquieté.
Y con la izquierda me pasa lo mismo, porque esos sistemas, aún con
las mejores intenciones, terminan siendo dictatoriales. Cuando el ser humano
no tiene derecho a decidir hasta el último segundo de su vida, eso
es una indignidad.
En el caso de Nicaragua, dos veces me echó Somoza personalmente. Ahora
con el nuevo gobierno tampoco jamás hubo… bueno, hay gente
que quiere que vaya, incluso gente que está peleando. Es que todos
le tienen pánico a una sola palabra: espíritu. Es como una
mala palabra, tiemblan, la derecha y la izquierda, porque contra esa palabra
no pueden.
El hombre nace y es esencialmente libre, y el espíritu es libre. Por
eso me muevo con tanta facilidad acá (Estados Unidos). Yo soy un hombre
que vive en libertad, y en ningún lugar del mundo –yo he visitado
145 países- siento tanto esa libertad como aquí. Aquí se
respira la libertad, se puede tocar.
JHC.- ¿No le reprochas nada a Estados Unidos, en sus relaciones con América Latina?
CABRAL. - Le reprocho, sí claro. Sobre todo en política
exterior. Es un crecimiento desmedido que va transformándose en invasión.
Le reprocho y le agradezco. Hay un crecimiento natural que hace que vos te
quedés con lo que está al lado, no me parece justo. A veces
es hasta inconsciente la invasión.
Pero también, le agradezco cosas, impresionantes. He visto un cine
maravilloso de Estados Unidos, el de Elia Kazan, Lee Strasberg, y he gozado
actuaciones grandiosas, Marlon Brando, Dustin Hoffman, Katherine Hepburn.
También una gran literatura, Henry Miller, entre otros.
Esto que voy a decir es un poco difícil. La gente habla de ‘la
ciudad gigantesca y fría –refiriédose a LA., Nueva York
o Chicago’. Yo no veo eso, yo veo un monumento. Yo siento que estas
son las pirámides de nuestra época. Este país es el
dato de un nuevo lenguaje. Yo veo poesía en ciertos automóviles.
Es casi una sinfonía un ‘freeway’ atascado, no me molesta,
me excita. Somos injustos, se habla del mal que hace el ‘smog’,
pero no se habla de que la misma ciencia que provocó la chimenea,
cura cáncer.
Esto es un reto al fuerte. Estamos hablando desde el punto de vista de un
individuo que no tiene necesidades imperiosas. Ahora, si yo vengo de Bangla
Desh, donde mis hermanos han muerto de hambre, hay que pensar que lo que
falta allá, sobra acá.
En el intercambio de objetos, ¿hay igualdad de posibilidades? Hay. ¿Yo
las tomo? Si no las tomo voy a ser un perdedor, si las tomo voy a ser socio
del ganador. La vida es hambre y festín.
Los dos países más atípicos del mundo, según
las Naciones Unidas, son Japón y el mío. Japón porque
de nada hizo todo, y Argentina porque es un país que teniendo todo
no hizo nada.
JHC.- ¿Es cierto que formas parte de ese movimiento llamado la Nueva Canción Latinoamericana?
CABRAL.- No es cierto, lo mío es muy viejo. Tengo
textos que tienen 1,500 años antes de Jesús. Mi texto más
nuevo tiene 1988 años,
es ‘El Sermón de la Montaña’, que tal vez por viejo
parece nuevo, y por desconocido, novedoso.
No saben dónde ponerme. ¿Dónde ponés a un anarquista?
JHC.- ¿Te consideras un anarquista?
CABRAL.- Sí, yo creo en el gobierno de uno mismo.
Tengo un solo aditamento que me hace diferente de los anarquistas. Sigo creyendo
que tiene un Padre el Universo, que hay una ley superior a la humana. Yo
creo en la decisión
del individuo. Este (E.U.) fue un país hecho por individuos. Adams,
Jefferson fueron monumentos del individuo. Por eso digo que de la mayoría
se ocupen los políticos, los sindicalistas. Yo no necesito que nadie
me dé nada. Puedo vivir en la miseria más grande. He sido millonario
en dólares y he vuelto a la miseria en 10 minutos, nunca supe dónde
se me cayó el dinero.
Yo nací en la calle y seguramente voy a morir en la calle con la gente
que tengo mucho que ver. Tampoco soy un “hippie”, les tengo mucho
respeto, pero me gusta mucho más vivir mejor. Me gusta mucho una mesa
con un buen vino francés, candelabros y algún instrumento de
cuerda que toque una obra de Brahms, y mi amante rubia de ojos celestes.
JHC.- ¿Entonces se encuentran en ti Don Quijote y Sancho?
CABRAL.- Sí, es lo mismo. Yo soy totalmente multidireccional. También mi signo es eso. Soy geminiano. No creo que ser rico sea un pecado, ni ser pobre sea una ventaja. Conozco pobres que soy muy hijos de puta, y ricos, que son muy buena gente. Y también conozco pobres maravillosos y ricos que son basura. El hombre no se mide por lo que tiene afuera, sino por lo que tiene adentro.
JHC.- ¿Consideras que aún existe la Nueva Canción Latinoamericana o ese movimiento es ya un museo?
CABRAL.- Sí, existe, pero tenés razón, es la última sala de un museo de la canción. La Nueva Canción estuvo de moda, ya terminó su moda, ahora está al mismo nivel de una canción que canta Julio Iglesias, y es parte del entretenimiento y del mercado. Para mí un ‘entertainer’ es muy importante… sin burla, con todo respeto. Entretener al público una o dos horas es algo valioso. Porque pretender que un cantor popular dé mensajes es un poco pretencioso y estar falto de noticias, porque los mensajes están en El Corán, en la Biblia. A mí me dicen que cúal es el mensaje y les digo, ‘allá enfrente hay una librería, buscá una Biblia’.
JHC.- ¿Crees que la riqueza cultural de la humanidad futura se halla reprimida en la América Latina?
CABRAL.- Es peligrosa una opinión de esto, ¿oíste?. Europa es una señora que parece que ya dio lo suyo. El Oriente es la abuela. Tal vez la hija de esa señora que es Europa, y la nieta del Oriente sea la América Latina. Yo pienso que está menos trajinada, todavía no participó en la historia de la humanidad. América Latina es otra versión de lo que se dijo, más silvestre tal vez a fuer de joven. Está menos corrupta porque todavía no participó en el mercado. Hay que darle el poder a ver qué hace con ese poder.
JHC.- Si te permitieran hacer el mundo a tu manera, ¿cómo lo harías?
CABRAL.- ¡Ah, yo diría,
hazte cargo! Yo le diría
a la gente que no piense qué puede hacer la sociedad por ellos, sino
qué pueden
hacer ellos por la sociedad. Que la gente participe, nada de paternalismos.
Todo se puede. Hace cuatro meses salí de un cáncer. Estuve
vomitando sangre y desahuciado durante cuatro años, y no dejé de
viajar. ¿Cómo
que no se puede? Cuando oigo a un tipo diciendo que no se puede, siento que
está diciendo la infamia más grande del mundo.
Sé que he dado alegría y he incendiado las voluntades. Soy
más un predicador que un cantor.
(Hernández Cuéllar, autor de esta entrevista, es director y editor de Contacto Magazine, revista que fundó en julio de 1994 en Los Angeles, California. Es también autor del libro ¡Última hora! - Manual para el consumidor de noticias de la era digital. Desde 1981 ha trabajado en todo tipo de medios: agencias de prensa, diarios, radio, televisión, semanarios, internet, revistas y redes sociales. Fue redactor de la agencia EFE en Cuba, Costa Rica y Estados Unidos, así como editor metropolitano del diario La Opinión de Los Angeles, California, e instructor de periodismo de la Universidad de California en Los Angeles, UCLA).
© Okay L.A. - All Rights Reserved -- Reproducción autorizada
por Okay L.A., semanario fundado en noviembre de 1987 en Los Angeles, California,
por Leonel y Carmen Morán, y el actual editor de ContactoMagazine.com,
Jesús
Hernández Cuéllar, autor de esta entrevista.
COMENTARIOS:
Querido Jesús: muchas gracias por esta pieza maravillosa de buen periodismo.
Muchas gracias por tu fidelidad a nuestro oficio, y por tu lealtad a principios
de humanitarismo, justicia, ecuanimidad, y estética. Sin exagerar,
creo que tus colegas y amigos deberíamos erigirte una estatua, en
agradecimiento por tu incansable trabajo periodístico. La muerte de
Cabral nos duele a todos muy adentro, pero tú, con este recuerdo,
nos ayudas a consolarnos. Un abrazo fraterno.
RAFAEL BUITRAGO
Escritor y periodista colombiano.
Ex editor de la página editorial del diario La Opinión de Los Angeles.
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